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Desde su comienzo, a fines del 2019, la pandemia SARS-Co V2 ha cambiado prácticamente todos los aspectos de la salud pública, por ejemplo, la forma de propagación de otros virus respiratorios, como el de la influenza.

En tiempos previos a la pandemia, el virus de la influenza causaba hasta cinco millones de casos y hasta 650.000 muertes al año, en forma global. Con estas cifras, constituye una preocupación importante en todos los niveles de la salud. En el periodo 2020/21, tanto en nuestro país como en el resto del mundo, la reducción de casos de influenza fue dramática. Probablemente las medidas tomadas para el control de la pandemia sea la razón de la reducción tan importante de casos. Sin embargo, dadas las últimas modificaciones en las medidas de los cuidados por el Covid, seguramente producirán un nuevo incremento en los casos de influenza. Además, dado los reducidos síntomas provocados por la cepa Omicron y por la vacunación previa, muchísima gente confundida cree haber tenido una gripe y no haberse infectado por el coronavirus.

Tanto el Covid 19 como la influenza causan enfermedades respiratorias. No obstante, existen diferencias importantes entre los dos virus y cómo se propagan. Esto tiene repercusiones importantes para las medidas de salud pública que deben implementarse para responder a cada virus. Tanto los de la COVID-19 y de la gripe tienen presentaciones clínicas muy similares. Ambos causan enfermedades respiratorias con una gran variedad de casos, que pueden ser desde enfermedades asintomáticas o leves, hasta afecciones graves y muertes.

Por otro lado, los dos virus se transmiten por contacto, gotitas y a través de objetos inanimados contaminados. En relación a la prevención, las medidas a tener en cuenta, ora el lavado de manos, ora la adecuada conducta respiratoria (toser en el pliegue del codo o en un pañuelo y desecharlo de inmediato), son normativas esenciales de utilidad en la prevención de ambas patologías.

Asimismo, existen diferencias sustanciales. La primera de ellas es la velocidad de transmisión. El virus del COVID 19 tiene un periodo de incubación medio más largo (el tiempo que pasa desde la infección hasta la aparición de síntomas) y un intervalo de serie también más largo (el tiempo transcurrido entre casos sucesivos) que el virus de la gripe. El intervalo de serie del virus de la COVID-19 es de entre 5 y 6 días, mientras que en el caso del de la gripe es de 3 días. Esto significa que la gripe puede propagarse más rápidamente que la COVID-19. El hecho de que la trasmisión de la influenza ocurra entre los tres y cinco días antes de la aparición de los síntomas constituye un importante factor de transmisión de la gripe. Las personas con COVID-19 pueden tardar más en presentar síntomas y permanecer contagiosas por periodos más prolongados.

Respecto a la sintomatología, si bien en ambos virus es similar, el porcentaje de pacientes con enfermedad grave es diferente. Respecto al COVID-19, los datos obtenidos hasta ahora indican que el 80% de las infecciones son leves o asintomáticas, el 15% son graves, con requerimiento de oxígeno, y el 5% son críticas, y requieren ventilación. En el caso de la gripe estacional, la tasa de mortalidad suele ser muy inferior al 0,1%. Por lo tanto, estas fracciones de infección grave y crítica parecen más elevadas para el Covid19 que las observadas en el caso de la infección gripal.

En relación a los grupos de mayor riesgo, la infección gripal grave se da en los niños, las mujeres embarazadas, las personas mayores, las personas con afecciones crónicas subyacentes y las inmunodeprimidas. Para el COVID-19, se considera actualmente que la edad avanzada y las afecciones subyacentes incrementan el riesgo de infección grave. Respecto a la vacunación antigripal, si bien no protege contra el coronavirus, es importante vacunarse contra la influenza para obtener la inmunidad necesaria antes de que llegue el invierno y así evitar la enfermedad y la posible co-infección, lo que podría recargar los sistemas de salud.

La vacunación antigripal no solamente previene la gripe, sino que reduce las complicaciones contra la enfermedad. En relación al COVID-19, la vacunación completa, incluyendo la tercera dosis, y eventualmente una cuarta (no establecida en el momento de redactar la presente nota) es un factor esencial en la disminución de los riesgos de complicaciones graves.

Si bien los datos sobre la aplicación de las vacunas, incluidas las de la influenza, son limitados, la experiencia ha demostrado que la forma en que nuestros organismos desarrollan protección y posibles efectos secundarios es por lo general similar a si se aplicaran solas o con otras vacunas. Por lo tanto, se puede recibir la vacunación contra la influenza y contra el COVID-19 al mismo tiempo, incluida la dosis de refuerzo.

FUENTE:

www.economiasolidaria.com.ar