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El bronceado es una reacción natural de la capa dérmica ante la radiación solar. Cuando los rayos toman contacto con nuestra piel, esta se protege. Y para su sistema de defensa utiliza dos tipos de células: los melanocitos y los queratinocitos. Los melanocitos son los que producen la melanina, que es la sustancia que absorbe los rayos del sol y lo que le da a la capa córnea el característico tono oscuro del bronceado. Los queratinocitos, en cambio, se multiplican y engrosan nuestra piel para evitar que los rayos del sol atraviesen la epidermis.

Sabiendo cómo funciona este proceso, entonces hay varias acciones que podemos poner en práctica para conseguir un bronceado lindo, seguro y duradero.

A. El secreto de un buen bronceado: lo primero es preparar la piel

Por lo menos un mes antes de comenzar a exponernos de manera intensa (por ejemplo, durante las vacaciones, en la playa o en actividades al aire libre muy prolongadas) es muy importante comenzar a exfoliarnos una vez por semana. Este gesto de belleza es para eliminar la piel muerta. Después de exfoliar, siempre hay que hidratar bien. Aplicar una crema regularmente en todo el cuerpo va a posibilitar que la piel se “tueste” progresiva y suavemente. Y también hay que adoptar una dieta colorida: las vitaminas que contienen las frutas y verduras rojas y anaranjadas -como zanahorias, melones, tomates, sandías- favorecen el bronceado.

B. Fundamental: protegernos de la radiación solar

Ya lo sabemos y lo repetimos todos los años, pero nunca está de más recordar que una mala exposición puede causar estragos. Para evitar peligros, conviene no tomar sol durante las horas en que está más fuerte, es decir, entre el mediodía y las 4 de la tarde. Cuanto más alto está (y más perpendicular a la Tierra) penetra a mayor profundidad en nuestra piel. ¿El resultado? Quemaduras solares y envejecimiento de la piel garantizados. Para evitar el fotodaño y lesiones irreversibles, los protectores solares son de rigor. Estos productos interceptan los rayos del sol e impiden su penetración. Necesariamente deben colocarse al menos un cuarto de hora antes de salir a exponernos y reaplicarse cada dos horas. Y si bien no existe producto que brinde una protección del 100%, cuanto más alto sea el índice (FPS), mayor será su eficacia. Por eso es fundamental utilizar el FPS indicado para nuestro fototipo.

C. ¿Cómo prolongar el bronceado? ¿Se puede?

Solo la exposición al sol activa la producción de melanina, y por lo tanto, el bronceado. En consecuencia, cuando finalizan las vacaciones tambien comienza la cuenta regresiva. En los siguientes quince días sin contacto con la alta radiación solar, nuestra piel pierde el exceso de melanina y se vuelve más apagada. Un único remedio: ¡otra vez la exfoliación! Imprescindible en nuestra rutina de belleza, nos ayuda a alisar y afinar la capa córnea, la parte superficial de la piel engrosada por el sol. Y cuando la epidermis se libra de estas células muertas, vuelve a brillar. Después de obtener una “piel nueva”, de nuevo hay que hidratarla para mantener el bonito color del verano. Pero para disfrutar de una tez bronceada “fuera de temporada”, nada mejor que los autobronceantes. En crema, aceite o bruma, conservan y prolongan el buen tono del verano. Se utilizan dos veces por semana para oscurecer la capa más superficial de la piel, y son completamente seguros.

FUENTE:

www.clarin.com